En el Polo Norte suelen darse ventiscas y tormentas de nieve, pero probablemente esta era la primera vez que había habido una tormenta tan fuerte. Durante varios días seguidos el viento sopló tan fuerte que te derribaba y la nevada fue tan intensa que la fábrica de juguetes quedó cubierta de ventisqueros que llegaban hasta el techo. ¡Y ya era diciembre, cuando la Navidad estaba a la vuelta de la esquina!

Los elfos tuvieron que reparar la fábrica una vez que pasó la tormenta para poder hacer todos los regalos de Navidad a tiempo. Mientras los demás quitaban la nieve de las cintas transportadoras y despejaban los pasillos, el señor Copos de Nieve hizo un inventario del inventario del almacén. ¿Y si el viento se llevaba los conejitos de peluche? ¿O si la nieve entraba y se derretía, arruinando el cabello de las muñecas?

El elfo estudió cuidadosamente cada juguete mientras recorría los estantes. Los aviones estaban todos allí, pero un par se habían caído del estante y necesitaban reparación. Casas de juguete: todas bien. Muñecas... Faltaba una. Copos de Nieve miró debajo de la estantería. El muñeco había desaparecido, pero había trozos de relleno, muy gastados, desgastados y desvencijados... ¡En el taller de Papá Noel usan rellenos diferentes! ¡Totalmente extraño! Siguiendo con el recuento del inventario, Copo de Nieve tomó una nota.

Conejitos de peluche: uno enterrado en la nieve, necesita una buena ventilación. Ositos de peluche: ¡faltan tres! A pesar de los mejores esfuerzos del elfo, no pudo localizar los osos en el estante de peluches. Interrogó a todos los elfos que habían entregado un juguete al almacén. ¡Absolutamente nada! Cerca del estante, solo encontró los mismos trozos de relleno. ¡Parecía que los osos habían sido... robados! Un elfo corrió hacia Samantha.

- ¡Tía Samantha, tía Samantha! — gritó el elfo. — ¡Hemos tenido un accidente!
- ¡Oh, Copos de Nieve, estás cubierto de nieve! Toma, tómate un poco de chocolate, necesitas calentarte. ¿Qué ha pasado?
- Oh, gracias, tía. Hace tanto frío ahí fuera que estoy congelada corriendo. ¡Nos faltan juguetes! Tenemos, tenemos... ¡Tenemos un ladrón!
- ¿Un ladrón? Oh-oh-oh, como si esta tormenta de nieve no fuera suficiente... — Samantha miró preocupada el calendario. — ¡Justo antes de Navidad! ¡Por el espíritu navideño, necesitamos ayuda!

Samantha se sentó a la mesa y se dispuso a escribir una carta. ¡Gracias a Dios que tenía compañeros de confianza que no temían a los ventisqueros ni a las ventiscas! Estaba segura de que Yeti y el alcalde acudirían en su ayuda para rescatar la Navidad y atrapar al ladrón de juguetes.

¡Descubre el resto de la historia en nuestra nueva expedición del 12 de diciembre!